Ruben dario poemas para niños
Rubén darío poemas en español
En 1893, Darío fue nombrado cónsul en Colombia por el presidente Miguel Antonio Caro y viajó a Panamá y Argentina. En 1896 Darío publicó Los Raros, poemas sobre otros escritores como Poe, Lautréamont e Ibsen con los que se comparaba y a los que consideraba sus «almas gemelas». Ese mismo año publicó Prosas Profanas, un libro de poemas que documentaba su característico estilo rítmico y su enfoque modernista. A los 31 años, Darío trabajó en el diario argentino La Nación, donde recogió sus impresiones sobre los españoles durante la guerra con Estados Unidos (véase Nacionalismo). Mientras seguía trabajando como poeta y periodista, fue nombrado embajador de Nicaragua en París en 1903. Darío escribió varios poemas que exaltaban sus orígenes y cultura latinos, como «Cantos de Vida y Esperanza» y «Viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical». Publicó su autobiografía en 1912.
En 1914 Darío fue galardonado en Nueva York con una medalla de plata de la Hispanic Society of America. Ese mismo año, enfermó de neumonía y se recuperó, pero se encontró en bancarrota. El poeta colombiano y amigo Juan Arana tuvo que mendigar en las calles de Nueva York para mantener a Darío. También consiguió recaudar dinero de amigos de Buenos Aires y del gobierno nicaragüense. Al año siguiente, Darío regresó a Nicaragua y murió allí en 1916 a la edad de 49 años («Cronología»).
Azul…
En Argentina escribió para La Nación y en 1896 publicó Los Raros y Prosas Profanas, que conquistaron a importantes críticos para que apreciaran el modernismo. Sus posteriores libros de poesía, Cantos de Vida y Esperanza, El Canto Errante, Poema del Otono y Canto a la Argentina, consolidaron su reputación. El Poema del Otono, escrito en 1910, suele considerarse la mejor obra de Darío.
En una de las publicaciones, titulada Canciones de vida y esperanza, trata temas como la derrota de España en la guerra hispanoamericana, el imperialismo norteamericano y la solidaridad de los pueblos de habla hispana.
Cantos de vida y esperanza
Nacido en Nicaragua con el nombre de Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío (1867-1916) es uno de los poetas latinoamericanos más famosos e influyentes. Generalmente se le atribuye el inicio del movimiento del modernismo, y ha tenido un profundo impacto en las letras latinoamericanas. En el mundo anglosajón, sin embargo, su recepción ha sido confusa por la falta de atención de la crítica y por traducciones que tienden a oscurecer la conmoción de su lenguaje en los albores del siglo XX.
Muchos traductores han insistido en intentar traducir algo de los esquemas de rima cuidadosamente construidos por Darío. Exigen que las traducciones al inglés se atengan a reglas formales similares, lo que obliga a contorsionar groseramente otros aspectos de la poesía. En consecuencia, no es raro ver traducciones de Darío en las que el fraseo y la dicción, e incluso las propias imágenes, han sido cambiadas por completo por el traductor.
Simón y White consiguen conservar un final de rima, pero al hacerlo pierden el poderoso impulso anafórico del inicio. Su versión suena casi como un extracto de una canción infantil. El poema de Darío, sin embargo, desarrolla una atmósfera más oscura y melancólica, donde el orden de la rima se rompe con una serie de imágenes fragmentadas.
Prosas profanas y otros poemas…
– murió hace más de un siglo, pero su influencia en la poesía en español sigue siendo inmensa. Pablo Neruda, Federico García Lorca, Octavio Paz, César Vallejo, Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges, entre muchos otros, reconocieron su deuda. Borges declaró: «Darío fue un innovador en todo: en el tema, en el vocabulario, en la métrica, en la magia peculiar de ciertas palabras… Podemos llamarlo verdaderamente el Libertador».
Nació como Félix Rubén García Sarmiento en 1867, cerca de San Pedro de Metapa, a unos 90 kms de Managua, pero se trasladó de niño a la ciudad de León, donde se acercó tempranamente a la escritura, tanto de poesía como de periodismo, antes de trasladarse a los 14 años a Managua, y luego a El Salvador, donde encontraría padrinos e influencias útiles. En 1886 se trasladó de nuevo, esta vez a Chile -en ese momento un imán para los intelectuales del resto de América Latina por su estabilidad política-, donde trabajó como periodista, pero sufrió los prejuicios clasistas de las altas esferas de la sociedad chilena. Sin embargo, allí se publicaron sus primeros libros, como Azul