Dinamicas de creatividad e innovacion para adultos

Dinamicas de creatividad e innovacion para adultos

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Citas de motivación para la innovación

Pensar de forma creativa puede significar idear nuevas formas de llevar a cabo las tareas, resolver los problemas y afrontar los retos. Significa aportar una perspectiva fresca, y a veces poco ortodoxa, a su trabajo. Esta forma de pensar puede ayudar a los departamentos y organizaciones a ser más productivos.
Evolución, síntesis, revolución, reaplicación, cambio de dirección. Muchas técnicas clásicas de pensamiento creativo hacen uso de uno o varios de estos métodos. Tenga en cuenta en esta sección que el objetivo es producir una buena cantidad y una buena calidad de nuevas ideas y soluciones para poder elegir las mejores. La forma exacta en que se generan esas ideas es menos importante que las propias ideas. Recuerde que el objetivo es más importante que el camino.
Alex Osborn, publicista de los años cincuenta y sesenta, ha aportado muchas técnicas de pensamiento creativo muy potentes. La lluvia de ideas es probablemente la más conocida y, sin duda, una de las más poderosas. Para un tratamiento más completo, véase su libro Applied Imagination.
(2) producir un conjunto de ideas entre las que podamos elegir. (Nadie quiere tener que elegir sólo un producto cuando compra detergente para la ropa o coches, así que ¿por qué tener que elegir sólo una solución cuando se trabaja en un problema?)

Un modelo de creatividad e innovación en las organizaciones

La sección principal de este artículo puede ser demasiado corta para resumir adecuadamente los puntos clave. Por favor, considere la posibilidad de ampliar el lead para proporcionar una visión general accesible de todos los aspectos importantes del artículo. (Diciembre de 2019)
La creatividad es un fenómeno por el que se forma algo de algún modo nuevo y de alguna manera valioso. El elemento creado puede ser intangible (como una idea, una teoría científica, una composición musical o un chiste) o un objeto físico (como un invento, una obra literaria impresa o un cuadro).
La palabra inglesa creativity procede del término latino creare, «crear, hacer»: sus sufijos derivativos también proceden del latín. La palabra «create» apareció en inglés ya en el siglo XIV, sobre todo en Chaucer (en The Parson’s Tale[1]), para indicar la creación divina[2].
La creatividad en general suele distinguirse de la innovación en particular, donde se hace hincapié en la aplicación. Por ejemplo, Teresa Amabile y Pratt (2016) definen la creatividad como la producción de ideas novedosas y útiles y la innovación como la puesta en práctica de las ideas creativas,[7] mientras que la OCDE y Eurostat afirman que «la innovación es más que una idea nueva o una invención. Una innovación requiere su puesta en práctica, ya sea poniéndola en uso activo o poniéndola a disposición de otras partes, empresas, individuos u organizaciones»[8].

La teoría de la innovación y la creatividad de la motivación fue dada por

En este artículo nos centraremos en las personas que trabajan en o para las organizaciones, los individuos que forman parte de las organizaciones, ya sean clubes, organizaciones benéficas, empresas, ayuntamientos o departamentos gubernamentales. Nos centraremos especialmente en el desarrollo y la motivación de las personas, así como en su creatividad y su capacidad de innovación, todo ello principalmente en el contexto de las organizaciones para las que trabajan.
Todas las organizaciones mencionadas anteriormente dependen de las personas, de sus múltiples y variadas combinaciones individuales de habilidades, energías, experiencia, actitudes y motivación, es decir, de su inclinación o motivación para «hacer su trabajo», ganar un sueldo o salario y, lo que es más importante, «añadir valor» a lo que sea que haga la organización. La motivación es, como veremos más adelante, un factor clave en el empleo y la gestión de las personas.
También lo es el desarrollo: el desarrollo de los individuos en el sentido de aprender, crecer, progresar, adquirir conocimientos y habilidades, utilizarlos quizás para asumir más responsabilidades dentro de una organización, probablemente para utilizar sus habilidades y experiencia para ayudar al desarrollo de la propia organización. Cuando Peter Senge (La quinta disciplina, 1990) escribió a principios de los años 90 sobre las «organizaciones que aprenden», señalaba las ventajas de que las organizaciones alienten, motiven y apoyen a sus empleados para que aprendan, crezcan y se desarrollen, y al hacerlo ayuden a la organización para la que trabajan a aprender, crecer y desarrollarse también.

Lo que motiva la innovación

Ya ha escuchado las llamadas de atención para ser más creativo, para innovar o morir. Así que ha contratado a un montón de pensadores originales que pueden producir un flujo constante de grandes ideas. ¿Pero qué ocurre con esas ideas? ¿Se convierten en innovaciones rentables?
La innovación requiere valor, energía y capacidad de permanencia. No es de extrañar que muchas empresas la descuiden. ¿El resultado? Las ideas potentes se quedan en el tintero, sin utilizar, durante años, porque nadie ha asumido la responsabilidad de convertir los grandes discursos en grandes acciones.
Siempre que alguien sugiera una idea, exija que incluya también una mínima indicación de lo que implica: costes, riesgos, mano de obra, tiempo y personas concretas necesarias para llevarla a cabo. Con el apoyo de hechos y lógica, las buenas ideas tienen más probabilidades de ser escuchadas y de conseguir un defensor.
Aunque muchas personas creativas consideran que la estructura de la organización es un obstáculo para la creatividad que fluye libremente, en realidad la organización puede apoyar la innovación, por lo que es mucho menos arriesgada de lo que los empleados podrían pensar.
La organización parece inhóspita para las nuevas ideas. Al fin y al cabo, el propósito de la organización es establecer el orden y la conformidad que las empresas necesitan para hacer su trabajo. Las empresas necesitan organización; de lo contrario, se convertirían en un caos. Pero un exceso de organización puede ahogar las nuevas ideas, de las que las empresas dependen para su propia supervivencia.