Obras clasicas de teatro

Obras clasicas de teatro

Obras clasicas de teatro

Obras de teatro

Lauren M. Gunderson es la dramaturga residente en la Marin Theater Company a través del National Playwright Residency Program, financiado por la Andrew W. Mellon Foundation. Descubra más sobre su experiencia de residencia aquí, y conozca el impacto del programa en general aquí.
Lauren M. Gunderson es la dramaturga residente en la Marin Theater Company a través del National Playwright Residency Program, financiado por la Andrew W. Mellon Foundation. Para saber más sobre su experiencia en la residencia, haga clic aquí, y para conocer el impacto del programa en general, haga clic aquí.
Después de leer el reciente artículo de Cary Perloff, admito que me sentí ligeramente ofendida (bueno, tal vez no tan ligeramente). Estaba segura de que estaba diciendo que debíamos abandonar las obras nuevas y hacer sólo las clásicas porque las nuevas obras nunca podrían estar a la altura de las antiguas.  O que, de alguna manera, el universo había cambiado durante la noche y se hacían tantas obras nuevas que las clásicas se sentían mal por no poder tener una producción (¡por no hablar de una segunda producción! ¡¿Tengo razón?!).

Wicked

El escenario moderno puede presentar una variedad de producciones atrevidas, pero hay algo que decir de los clásicos. Tanto si proceden de los trágicos de la antigua Grecia como de los dramaturgos de vanguardia de principios del siglo XX, estas obras tienen una influencia considerable. Sus temas subyacentes, sus convincentes personajes y sus atractivos diálogos permiten que sigan fascinando a nuevos públicos.
Obras griegas como Medea nos recuerdan que, aunque el cambio es inevitable, ciertas emociones y experiencias permanecen constantes. Basada en las figuras mitológicas de Jasón y Medea, esta obra de Eurípides tiene varias interpretaciones modernas fascinantes, pero siempre se centra en la venganza. Tanto si se trata de la versión clásica como de una versión modernizada, los actores deben demostrar que dominan los personajes y la historia para tener éxito.
Macbeth, una tragedia clásica de Shakespeare, ha sido un recurso teatral durante varios siglos. Su tema, la ambición desmedida, sigue fascinando al público hasta el día de hoy. Sin embargo, dentro de la industria teatral, la obra está ampliamente considerada como una fuente de mala suerte. Por esta razón, muchos actores se refieren a ella como «la obra escocesa» para evitar la supuesta desgracia que provoca el nombre real de la producción.

Las mejores obras de teatro para leer

Cuando se es gestor literario, se leen muchas obras de teatro que han pasado al basurero de la historia. Una de las formas de llevar la cuenta de todas ellas es hacer listas -listas de cubos, tal vez- de obras que te encantan pero que el teatro aún no ha producido. Una de las grandes emociones del dramaturgo es ver cómo una obra sale de su lista personal y entra en producción. (Por lo general, con un poco de ayuda en el camino: los dramaturgos somos pequeños, pero somos escasos y se sabe que sugerimos obsesivamente los mismos títulos a los directores artísticos durante años y años). No siempre es fácil: a veces una lectura puede matar una obra, a veces una mala traducción o adaptación puede detenerla incluso antes. Pero parte de la emoción de ser un dramaturgo reside en el hecho de que se nos pide que seamos soñadores, que mantengamos una lista de deseos en constante evolución en nuestra cabeza.
Todo esto suena muy utópico, pero la elaboración de esta lista ha sido agónica, como todo lo relacionado con el canon. No pretende ser una lista definitiva de las mejores obras de teatro jamás escritas. He omitido intencionadamente obras que resultarán familiares en favor de otras que han sido marginadas por razones independientes de su calidad. Lo más evidente es que, debido a los prejuicios culturales y probatorios de larga data, hay una llamativa falta de mujeres y artistas de color hasta el siglo XX (en realidad, hasta la segunda mitad del siglo XX). La representación es una conversación en constante evolución, y conduce inevitablemente a cuestiones más amplias sobre la estética, la forma y las historias que contamos. Dicho esto, prefiero dejar que la lista hable por sí misma. Está organizada temáticamente -cronológicamente, si tiene sentido- con breves títulos de acompañamiento.

Obras de teatro y musicales famosos

El teatro tiene su origen en la antigua palabra griega «drama», que significa acto o acción. Aristóteles ha definido el teatro como compuesto por cuatro formas básicas: Tragedia, Comedia, Melodrama y Drama. En el contexto del teatro y el drama existen diversos estilos teatrales. Entre ellos se encuentran: Naturalismo, Realismo, Expresionismo, Absurdo, Postmodernismo, Teatro Épico, Modernismo, Clásico
Teatro moderno: También conocido como teatro del siglo XX, describe el periodo de extraordinario cambio en el teatro, que impactó en las formas teatrales asiáticas, europeas y americanas. Se centró en una amplia percepción de la mirada crítica del arte, incluido el teatro. Representa la vida de una manera, es decir, separada de la vida de una manera pura. El realismo, el teatro musical y la ópera son formas de nuevos teatros.
Teatro clásico: Tipo de teatro que se basa en la imaginación (y por tanto en un atrezzo limitado) para transmitir el escenario y la atmósfera de la obra. El teatro clásico suele contener una prosa elevada y grandiosa o diálogos en verso libre. Buenos ejemplos son los dramaturgos isabelinos como William Shakespeare y Christopher Marlowe.