Donde nacio agustina de aragon

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En el verano de 1808, Zaragoza era una de las últimas ciudades del norte de España que no había caído en manos de las fuerzas de Napoleón y, por lo tanto, en el momento del Primer Sitio de Zaragoza (1808), estaba atascada con un gran número de refugiados que huían del avance de la Grande Armée. A principios de junio, los franceses comenzaron a avanzar sobre Zaragoza, que no había visto la guerra desde hacía unos 450 años y que estaba en manos de una pequeña fuerza provincial al mando de José de Palafox y Melci, cuyo heroísmo llegaría a rivalizar con el de Agustina.
El 15 de junio de 1808, el ejército francés asaltó el Portillo, una antigua puerta de entrada a la ciudad defendida por una batería de cañones viejos y una unidad de voluntarios muy superada. Agustina, al llegar a las murallas con un cesto de manzanas para alimentar a los artilleros, vio cómo los defensores cercanos caían ante las bayonetas francesas[2] Las tropas españolas rompieron filas, tras sufrir grandes bajas, y abandonaron sus puestos. Con las tropas francesas a pocos metros, la propia Agustina corrió hacia delante, cargó un cañón y encendió la mecha, destrozando una oleada de atacantes a quemarropa.

Maria dolores pradera – para siempre

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En el verano de 1808, Zaragoza era una de las últimas ciudades del norte de España que no había caído en manos de las fuerzas de Napoleón y, por lo tanto, en el momento del Primer Sitio de Zaragoza (1808), estaba atascada con un gran número de refugiados que huían del avance de la Grande Armée. A principios de junio, los franceses comenzaron a avanzar sobre Zaragoza, que no había visto la guerra desde hacía unos 450 años y que estaba en manos de una pequeña fuerza provincial al mando de José de Palafox y Melci, cuyo heroísmo llegaría a rivalizar con el de Agustina.
El 15 de junio de 1808, el ejército francés asaltó el Portillo, una antigua puerta de entrada a la ciudad defendida por una batería de cañones viejos y una unidad de voluntarios muy superada. Agustina, al llegar a las murallas con un cesto de manzanas para alimentar a los artilleros, vio cómo los defensores cercanos caían ante las bayonetas francesas[2] Las tropas españolas rompieron filas, tras sufrir grandes bajas, y abandonaron sus puestos. Con las tropas francesas a pocos metros, la propia Agustina corrió hacia delante, cargó un cañón y encendió la mecha, destrozando una oleada de atacantes a quemarropa.

Soy de aragón – kase o (fiestas del pilar, zaragoza 11-10-18

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El 15 de junio de 1808, el ejército francés asaltó el Portillo, una antigua puerta de entrada a la ciudad defendida por una batería de cañones viejos y una unidad de voluntarios muy superada. Agustina, al llegar a las murallas con un cesto de manzanas para alimentar a los artilleros, vio cómo los defensores cercanos caían ante las bayonetas francesas[2] Las tropas españolas rompieron filas, tras sufrir grandes bajas, y abandonaron sus puestos. Con las tropas francesas a pocos metros, la propia Agustina corrió hacia delante, cargó un cañón y encendió la mecha, destrozando una oleada de atacantes a quemarropa.

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En el verano de 1808, Zaragoza era una de las últimas ciudades del norte de España que no había caído en manos de las fuerzas de Napoleón y, por lo tanto, en el momento del Primer Sitio de Zaragoza (1808), estaba atascada con un gran número de refugiados que huían del avance de la Grande Armée. A principios de junio, los franceses comenzaron a avanzar sobre Zaragoza, que no había visto la guerra desde hacía unos 450 años y que estaba en manos de una pequeña fuerza provincial al mando de José de Palafox y Melci, cuyo heroísmo llegaría a rivalizar con el de Agustina.
El 15 de junio de 1808, el ejército francés asaltó el Portillo, una antigua puerta de entrada a la ciudad defendida por una batería de cañones viejos y una unidad de voluntarios muy superada. Agustina, al llegar a las murallas con un cesto de manzanas para alimentar a los artilleros, vio cómo los defensores cercanos caían ante las bayonetas francesas[2] Las tropas españolas rompieron filas, tras sufrir grandes bajas, y abandonaron sus puestos. Con las tropas francesas a pocos metros, la propia Agustina corrió hacia delante, cargó un cañón y encendió la mecha, destrozando una oleada de atacantes a quemarropa.